Cuando un niño se encuentra por primera vez con el mar ocurre algo extraordinario. Es difícil de describir. Descubre un mundo nuevo lleno de estímulos: la arena, la fuerza de las olas, el sonido del mar. Los movimientos se funden con el paisaje y todo es primitivo, salvaje. Sesión de fotografías tomadas el pasado verano en Guardamar del Segura.
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